Introducción
“¿Por qué?” es seguramente la pregunta que más repiten los bebés cuando empiezan a hablar, y es que desde el inicio de nuestras vidas, poder comprender que hay detrás de cada palabra, acción y decisión, se vuelve prácticamente una necesidad. Es por ello por lo que cuando nos proponemos alcanzar metas y objetivos, es fundamental tener en cuenta el propósito y empezar por entender el porqué detrás de lo que hacemos, es decir, comenzar con el porqué. Este pensamiento fue lo que le llevó a Simon Sinek a descubrir, más o menos en el 2006, que los grandes líderes del mundo, aquellos que logran influenciar en las personas, piensan, actúan y se comunican de la misma forma, y que, además, se desvinculan de lo que hace la mayoría. Según palabras de Simon Sinek, su descubrimiento cambió tanto su visión sobre el funcionamiento del mundo, que también modificó su forma de “moverse en él”, desafiando el statu quo. Sin embargo, no fue hasta en 2009, mediante su participación en unos de los primeros TEDx Talks, que su visión logró ser compartida mundialmente. Y fue así como un Simon Sinek de 36 años, le contó al mundo cómo “codificó” su razonamiento bajo una idea a la que llamó el Círculo Dorado: un círculo de 3 anillos que explica porqué algunos líderes y organizaciones pueden inspirar y otros no.
El Círculo Dorado
Supongo que todos hemos tenido una experiencia en la que nos encontramos un amigo haciendo alguna labor y le preguntamos: “¿qué está haciendo?” Y la mayoría de las veces la respuesta es tan obvia, que la risa se convierte en respuesta, porque responder un “¿qué?” es un proceso humano muy simple.
El concepto del círculo dorado se inspira en la sección áurea (también llamada proporción áurea), una relación matemática que se ha vinculado con diversas áreas, iniciando por la propia matemática, hasta el arte, la biología y la arquitectura. Sin embargo, para Simon Sinek el vínculo entre el Círculo Dorado y la sección áurea no se encuentra en la aplicación de esta en diversas disciplinas, sino más bien en el orden y la previsibilidad en la conducta humana. El Círculo Dorado trata de mostrar una perspectiva alternativa a las suposiciones existentes sobre la manera en que algunos líderes y organizaciones han conseguido una influencia desproporcionada sobre el resto; sin embargo, no se limita en la capacidad de influenciar, puesto que tiene aplicaciones prácticas en la capacidad de motivar, es decir, liderar inspirando a otros y no manipulando. Ahora bien, quizá a este punto este concepto suena demasiado pretencioso y ya hemos perdido el hilo, por ello para retomar, con el Círculo Dorado, todo empieza desde dentro, todo empieza con el porqué, sin embargo, para ver sus aplicaciones, se deben conocer los conceptos de cada anillo iniciando desde fuera del círculo hacia el interior.

Qué: Los “qué” son muy fáciles de identificar, todas las personas saben lo qué hacen: estudiar, correr, escribir, diseñar, enseñar, programar... con las empresas pasa lo mismo, incluso no importa realmente si es una compañía grande o pequeña, todo aquel que conozca sobre la empresa será capaz de describir con facilidad los productos o servicios venden: zapatos, ropa, computadoras, abarrotes… los qué son concretos.

Cómo: Algunas empresas y personas saben cómo hacen lo qué hacen. Aunque muchas veces el "cómo" se conceptualiza bajo la “propuesta de valor diferenciador”, mediante los “procesos patentados”, o muchos otros nombres según corresponda a cada caso. Según Simon Sinek, los "cómo" son considerados, por muchas personas, los factores diferenciadores o motivadores de una decisión, es decir, los “cómo” se usan frecuentemente para destacar un “qué”, y guiar sus procesos. Además, usualmente, muchas personas o empresas buscan que su “cómo” sea único e irrepetible.

Porqué: Las personas o empresas que pueden expresar porqué hacen lo que hacen son muy pocas. Incluso es común que se malinterprete un porqué con una consecuencia, por ejemplo:
¿Por qué existe mi empresa? Si la respuesta es: “para ganar dinero”, ese no será un porqué, ya que no es un propósito, es una consecuencia de las labores de la empresa o ¿por qué salgo a correr todos los días? De nuevo, si mi porqué es algo como: “para bajar de peso” realmente mi porqué será una consecuencia de lo que hago y no un propósito. El porqué es una finalidad, motivo o creencia, es lo que hace que nos levantemos de la cama cada mañana.
Empieza con el porqué
¿Recuerdan que dije que la charla de TEDx Talks de Simon Sinek fue muy bien recibida? Pues realmente, el nivel de aceptación fue tan alto que, incluso actualmente, es la tercera TEDx Talks más vista de todos los tiempos. Y fue a partir de esta que en 2011 este autor lanzó su libro “Start With Why” (Empieza con el porqué), en el que expone de forma magistral “como los grandes líderes motivan a actuar”. Para entender en Círculo Dorado se debe comprender la filosofía de Empezar con el porqué, y para esto, a su vez, se debe saber que las personas realmente no comenzamos con el porqué, sin embargo, y citando a Simon Sinek:
«La eficacia del PORQUÉ no es una opinión, es biología. Si se analiza el corte transversal de un cerebro humano de arriba abajo, se puede observar que los niveles del Círculo Dorado corresponden exactamente a los tres niveles principales del cerebro. El área más reciente del cerebro, nuestro cerebro de Homo sapiens, es el neocórtex o neocorteza, que corresponde al nivel QUÉ. El neocórtex es el responsable del pensamiento analítico y racional y del lenguaje. Las dos secciones intermedias abarcan el sistema límbico. Este es el responsable de todos los estados emocionales, como pueden ser la confianza y la fidelidad; asimismo, lo es de la conducta humana en todas sus manifestaciones y de todas nuestras decisiones, aunque no está capacitado para el lenguaje».
Es por esto, por lo cual, realmente a las personas se nos es más fácil expresarnos de afuera hacia adentro del círculo, porque es más racional, más analítico, sin embargo, cuando nos expresamos de adentro hacia afuera podemos conectar con la parte del cerebro que controla la toma de decisiones. Ahora bien, cuando tomamos decisiones desde el cerebro límbico, solemos estar muy seguros que las decisiones son correctas, pero no sabemos decir porqué, y realmente no es por la ausencia de razonamiento, lo que sucede es que la parte del cerebro que controla nuestras emociones no tiene capacidad para el lenguaje, esta desconexión es la que hace difícil poder decir con las palabras exactas lo que sentimos. Es por esto mismo que las empresas que empiezan con el porqué logran captar nuestra atención y nos mueven, nos motivan a comprarles incluso cuando no sabemos realmente si sus productos o servicios son mejores que el resto. Porque realmente no importa tanto que el dependiente de la tienda nos dicte las diferentes características de un producto vs. otro, en la mayoría de los casos compramos lo que sentimos que es mejor. Y esto no está mal, porque la gente realmente no compra el qué, compran el porqué. Por supuesto que las características y ventajas racionales, cifras y demás son importantes. Las características tangibles ayudan en la elección del producto que mejor se adecúe a nuestras necesidades, pero sin un porqué claro, la confianza decae y por ende genera rechazo. Ahora bien, ¿para qué me sirve saber todo esto si yo no tengo empresa? Empezar con el porqué no solo es aplicable a los negocios, no es una mera estrategia de neuromarketing o una herramienta de un gurú de autoayuda. Empezar con el porqué es saber nuestro propósito, saber el porqué hacemos lo que hacemos. Muchas veces nuestras metas se basan en anhelos, y en la búsqueda de estos planteamos un “qué” que eventualmente abandonamos, reprochándonos nuestra falta de disciplina. Dice el propio Simon Sinek que todo empieza con la claridad. Debemos saber porqué hacemos lo que hacemos, es necesario definir ese propósito que hace que todos los días nos levantemos de la cama. Empezar con el porqué no solo es crear una frase bonita que pegamos en la pared de nuestra habitación, implica reflexionar sobre nuestras motivaciones y propósitos, y usar esta comprensión para guiar nuestras decisiones y acciones. El mejor ejemplo del “poder” del porqué es el de los hermanos Wright. Un par de hermanos que, sin dinero, ni formación universitaria y mucho menos prestigio, lograron motivar a todo un equipo en la búsqueda de su porqué: “demostrar que el hombre podía volar«. Orville, Wilbur y su equipo se movían por una causa, por un propósito, una creencia. Creían que si podían inventar esa máquina voladora, eso cambiaría el curso del mundo. La gente trabajó con ellos con sangre, sudor y lágrimas. Se dice que cuando los hermanos Wright salían, tenían que llevar con ellos 5 juegos de piezas, porque era el número de veces que chocarían antes de regresar para la cena, pero con todo y eso, un 17 de diciembre de 1903, los hermanos Wright levantaron vuelo, y ni siquiera hubo nadie allí para vivir la experiencia. Porque ellos no buscaban la fama como otros más que lo intentaron, buscaban cada día seguir su porqué. Quizá muchos hemos planteado metas al inicio de este año, pero actualmente pensamos que ya hemos fallado. Y esto quizá sea la falta de un porqué que nos mueva. La mayoría por ejemplo, queremos hacer ejercicio, muchas veces por un tema estético y otras veces por salud, pero qué tal si modificamos nuestro porqué por algo como: «Estar saludable para poder disfrutar de momentos especiales junto a mi familia y amigos por muchos años más». Si vemos con atención, el porqué planteado ni siquiera menciona el ejercicio físico directamente, porque este sería un cómo en el porqué. Evidentemente, no basta solo con definir nuestro porqué para alcanzar nuestro objetivo.
«Curiosamente, la pregunta más importante con la respuesta más esquiva —¿Por qué haces lo que haces?— es en realidad bastante sencilla y racional de descubrir. Es la disciplina para no desviarte jamás de tu causa, para hacerte responsable de cómo haces las cosas; esta es la parte más difícil» – Simon Sinek.
Saber porqué hacemos lo que hacemos aplana el camino hacia nuestros objetivos, sin embargo, una vez que sabemos esto, la siguiente pregunta es: ¿cómo lo haremos? Y es en los cómo que se involucran nuestros valores y principios que orientan la causa. Sin embargo, hay que ser conscientes de algo muy importante, no porque recitemos nuestros cómo va a ser más simple. No podemos levantarnos un día sin ánimos de nada y pedirnos “disciplina”, tampoco podemos doparnos de motivación cuando no la hay. Expresar nuestros valores como locuciones verbales nos proporciona una idea clara, tenemos una idea clara de cómo actuar en cada situación. Para ello podemos usar diversas metodologías que nos faciliten el hacernos responsables de saber cómo cumplir nuestro porqué. Una metodología que es muy útil es la de objetivos SMART, que son un conjunto de metas concretas que se basan en el cumplimiento de cada uno de los componentes del acrónimo SMART:
- Specific: específico.
- Measurable: medible.
- Achievable: alcanzable.
- Relevant: relevante.
- Time based: con límite de tiempo.
Un ejemplo de esto, y basados en el objetivo de “hacer ejercicio” podría ser:
Correr al menos 30 minutos al día, 5 días a la semana, durante los próximos 3 meses, registrando el progreso semanalmente en una aplicación de seguimiento de ejercicios, con el fin de aumentar mi resistencia cardiovascular y reducir mi presión arterial, para poder participar en una carrera de 5 kilómetros con mi familia y amigos en el mes de julio.
En este objetivo especificamos que vamos a correr, lo hacemos medible porque ponemos como medida los 30 minutos al día. También lo hacemos alcanzable porque en lugar de intentar correr todos los días, lo reducimos a 5, haciéndolo un poco más flexible y, por lo tanto, más realista, porque quizá no podamos salir a correr todos los días. Además, hacemos que nuestro objetivo sea relevante en nuestra vida, porque este está alineado con una carrera de 5 kilómetros que voy a realizar con mi familia y amigos, y finalmente le pongo un límite de tiempo, en el mes de julio, por lo cual puedo darle cierre a mi objetivo, y por ende hago posible el poder cumplirlo. Ahora bien, según Simon Sinek un porqué es solo una creencia, no es más que eso y los cómo son las medidas que se toman para hacer realidad esa creencia, finalmente los qué son el resultado de esas medidas, entonces todas esas cosas tienen que ser coherentes, porque la única manera de que las personas, y nosotros mismos, sepamos qué es en lo uno que cree, es a través de las cosas que decimos y hacemos, y si no somos coherente en las cosas que decimos y hacemos, nadie sabrá, ni siquiera nosotros, en qué creemos.
Hacerlo real, no vistoso y sangriento.
«Todos los directivos de empresas, tanto grandes como pequeñas, quieren hacerlo bien, así que toman decisiones, contratan asesores e implantan sistemas que los ayuden a conseguir el resultado deseado. Pero con demasiada frecuencia no son los sistemas los que fallan, sino la capacidad para mantenerlos» – Simon Sinek.
Quizá nosotros no seamos una empresa, pero sin lugar a dudas, con mayor frecuencia de lo que creemos, empleamos sistemas en la búsqueda de nuestro resultado. No obstante, lejos de ayudar, muchas veces estos “sistemas” terminan abrumándonos y haciendo más difícil el camino. Cuántas veces nos hemos propuesto salir a correr todas las mañanas, dejar de comer pan a partir del lunes de la próxima semana o levantarnos todos los días a las 05:00 a.m. Y… ¿cuántas veces hemos terminado dejando de lado esto? Incluso en ocasiones ni siquiera lo conseguimos iniciar. Definitivamente, alcanzar nuestros sueños requiere de esfuerzo y sacrificio, pero todo para cumplir nuestro porqué no es necesario cambiar nuestra vida por completo de un día para otro. Es primordial creer en uno mismo, confiar en nuestro propio proceso. “Hacerlo real, no vistoso y sangriento”, buscar la incorporación de hábitos de forma gradual, cada aspecto que vamos añadiendo suma. Los seres humanos somos ritualistas por excelencia, nos gusta hacer de cada aspecto de nuestra vida una experiencia que nos deje alguna vivencia, por ello planteamos objetivos de año nuevo, nos ponemos objetivos antes de los 30 años, 40, 50… sin embargo, a veces si no colocamos cargas demasiado pesadas y que no son indispensables, podemos hacer nuestro camino “el camino”. Quizá no estamos en enero, pero no es tarde para retomar nuestros propósitos de año nuevo que quizá no logramos concretar. Podemos iniciar nuevamente, empezando con el porqué. Haciendo un proceso personal (de autoconocimiento incluso).
El miedo a fallar
«Cuando se recurre al miedo, la realidad es accesoria. Profundamente arraigado en nuestro impulso biológico de supervivencia, es una emoción que no se puede borrar de un plumazo con datos y números. Así es como el terrorismo surte efecto. No es la probabilidad estadística de que uno pueda resultar herido por un terrorista, sino que es el temor a que pueda suceder lo que paraliza a la población» – Simon Sinek.
El miedo a fallar seguramente es una de las razones que más nos paraliza. Muchas veces dejamos “morir” nuestras ideas, sueños y anhelos sin siquiera intentarlo, ya sea real o sobredimensionado: el miedo es la manipulación más poderosa de todas. No podemos racionalizar sobre el miedo, tampoco sobre la confianza, porque son sentimientos, no una experiencia racional. Por eso, para apartarnos del miedo, debemos creer en nuestro porqué, cultivar la confianza en uno mismo, y en los que nos siguen. Para ganar confianza, debemos transmitir y demostrar que se comparten las mismas creencias y valores. Para confiar en nuestro proceso, debemos hablar de nuestro porqué demostrando lo que se hace. Los porqué son solo creencias, los cómo las medidas que adoptamos para llevarlo a cabo, si aprendemos a darle relevancia y seguimiento a cada uno; el qué se dará de forma natural, porque constantemente nos movemos por confianza, y nos paralizamos por miedo.
«Conocer tu porqué no es la única manera de tener éxito, aunque sí la única de hacer que dure y de tener una combinación mayor de innovación y flexibilidad» – Simon Sinek.
Los qué son importantes porque son la prueba “tangible” del porqué, pero este debe ser primero. Es el porqué el que genera el contexto para todo lo demás. Si tenemos un porqué fuerte, y somos capaces de crear un cómo que sea lo suficientemente apegado a nosotros, a nuestros valores y a nuestra conducta, el qué llegará, incluso puede que llegue en forma de varios resultados. A los hermanos Wright no les interesaba realmente si creaban un avión o un helicóptero, porque aunque el qué era importante, fue su porqué el que ejerció un profundo y duradero efecto sobre el resultado. Ellos, sin estudios avanzados lograron confiar en su proceso, en su porqué. Y fue así también que lograron inspirar a otros y estos le siguieron, porque ellos empezaron con su porqué.
“Un logro es algo que alcanzas o cumples, como un objetivo; es algo tangible, claramente definido y evaluable. El éxito, por el contrario, es un sentimiento o un estado del ser” – Simon Sinek.
Quizá la razón por la que no hay receta mágica para el éxito, es precisamente porque el éxito es un proceso propio del ser, tal como lo menciona Simon Sinek, es un estado del ser. Quizá alguno de los que siguieron el porqué que hemos puesto de ejemplo en el blog siente que alcanzó el éxito el primer día: cuando decidió comenzar a hacer actividad física, quizá alguno lo sintió cuando cumplió su objetivo SMART. El punto es que llegar a ese sentimiento intangible del éxito es mucho más difícil que si trazamos una meta y nos movemos hacia ella. Para Simon Sinek el logro llega cuando persigues y alcanzas lo qué quieres. El éxito se produce cuando tienes claro la búsqueda de porqué lo quieres. El libro “Empieza con el porqué” no es libro de autoayuda, no es una “checklist”, es una filosofía que antepone el propósito de saber porqué hacemos lo que hacemos. Muchas gracias por leer este blog, que este sea el primero blog que escribo no es mera casualidad. En los últimos dos años, me he movido por mi porqué: crear historias que inspiren. Pueden llamarlo ikigai, razón de ser o propósito de vida, el punto de partida es el mismo, es lo que me levanta de la cama y me hace sentirme realizado con lo que hago, y este blog es parte de ello. Cuando mi porqué habla de inspirar, lo que busco no es posicionarme y ostentar autoridad, mi propósito es motivar a otros mediante esas historias o experiencias que me han ayudado a alcanzar muchas de mis metas, por ello este blog más que una exposición técnica del libro y filosofía Empezar con el porqué, es una conversación con todas aquellas personas que están en la búsqueda de sus objetivos, y que han tropezado en su camino, al igual que yo. Aprovechando mis “anotaciones” en el libro de Simon Sinek, les invito a compartir este blog con otra persona que quieran motivar. Además, les dejo acá el episodio 09 de mi podcast Lab X, que complementa toda la información contenida en el blog, espero que ambos recursos (tanto este blog como el episodio de Lab X) les sean de gran ayuda. Espero leer en los comentarios cuál es su propósito o motivación que les impulsa en su propio camino. ¡Compartan su “porqué” y motivemos juntos a otros a encontrar el suyo!
Impecable artículo sobre un tema que me apasiona y que es vital para toda persona que busca encontrar un norte claro para su negocio y más aún, un norte para sus vidas.
Felicidades Jonathan por este gran trabajo y por tan buen comienzo e inauguración del blog.
Sé que es el inicio de un proyecto cargado de altísimo valor y me siento muy orgulloso de ser parte de esta aventura.
Hola Ricardo, muchas gracias por el cariño y los buenos deseos. En lo personal este es un tema que me inspira muchísimo y fue todo un gusto poder crear contenido para que otras personas también lo conozcan.
Gracias también por tomarse el tiempo de leer y estar pendiente de los próximos blogs, un saludo.